"Siempre que puedo me siento en los rincones. ¡Que encanto pasar inadvertido! Que nadie repare en ti, que nadie te vea. Me sente ante aquella mesita, digo, a esperar. Y allí estaba, esperando. Aparte del vaso de vino, ¿esperando qué? No lo sé. De pronto había desaparecido la sensación de delectación de momentos antes. Y sentí que surgia una inquietud. Me pregunté si no me había pasado la vida esperando, me pregunte más; ¿No sería que en La Habana todo se resumia a esperar, que La Habana se fundó para que todo el que naciera en ella se viera en la obligación de esperar?"
Inventario secreto de la Habana, Abilio Estévez (pág 23)
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