jueves, 17 de julio de 2008

Un largo muro junto al mar




"Un largo muro junto al mar. Un lugar para sentarse y definir posiciones. Ya lo he dicho: creía descubrir dos modos de sentarse en él: de frente al mar o de frente a la ciudad. A partir de aquí, a lo mejor es posible llegar a algunas conclusiones de acuerdo con la actitud de quien allí se ha detenido. Si un paseante habanero decide detener su camino en el Malecón y dar la espaldo al mar para mirar ese lado frívolo de la ciudad, con los edificios de falsa elegancia de la década de los cincuenta, y los monumentos entre solemnes y graciosos (el parque Maceo, el monumento al Maine...), ¿no estará mostrando su recelo al mar?, ¿o será tal vez que prefiere ocultar sus afanes, sus deseos ocultos? Y aquel otro que antepone el mar a la ciudad, ¿qué evoca, qué anhela, a qué se encomienda?, ¿qué nuevos caminos espera? Una preciosa pregunta sería la siguiente: ¿cuál de los dos posee más coraje?, ¿el que da la cara a la ciudad o el que parece despreciarla?"


Inventario secreto de la Habana, Abilio Estévez

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